La salud mental afecta a nuestras vidas mucho más de lo que usualmente pensamos. Y aunque su importancia y cuidado es cada vez más común, aún hace falta modificar ciertas creencias que dificultan su atención.
“La salud mental no es la ausencia de desequilibrio sino la fortaleza para superarlo”- Isabel Menéndez Benavente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la salud mental como un “estado de equilibrio físico, mental y social por medio del cual las personas pueden reconocer sus habilidades, hacer frente al estrés, trabajar de forma productiva y contribuir en sus comunidades”.
Tener una buena salud mental, no significa que podemos sentirnos bien todo el tiempo. Quiere decir que somos capaces de reconocer las emociones que experimentamos y podemos tener control para responder con calma y confianza ante los problemas cotidianos.
¡Hablar de la salud mental no es un signo de debilidad! Tampoco es un motivo para sentir vergüenza.
La salud mental no es una cosa de “locos”, es cosa de todos. Cualquier persona es susceptible de experimentar problemas en su salud mental. Por ello es importante hablar de esto de manera normal y dar la misma importancia que se suele dar a la salud física. Esto nos permite desarrollar habilidades para escuchar, sentirnos acompañados y cuidar nuestros pensamientos y emociones.
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